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  • Los paradigmas de cosmopolitismo de Mito entraron en

    2019-06-21

    Los paradigmas de cosmopolitismo de Mito entraron en diálogo con los de Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Baldomero Sanín Cano y Alfonso Reyes; todos integraron su comité de patrocinio. Se miró atentamente la actualidad cultural de París, pero no la de la nrf, sino la que concentró Les Temps Modernes (1945-). Además, la publicación puso en un lugar prota- gónico more info here autores jóvenes, como García Márquez, Fernando Charry Lara y Álvaro Mutis. También abrió espacio a discusiones de la filosofía alemana. Al mismo tiempo que se tendían lazos en estas direcciones, se traducían autores como T. S. Eliot o Paul Valéry. La literatura se acompañaba de discursos como testimonios y textos sociológicos que daban cuenta de la convulsionada situación local. El cosmopolitismo que sostuvo las políticas de importación/traducción en Mito se sostienen en una noción de la literatura como expresión universal, que se alejaba del universalismo de Ortega y Gasset y se acercaba al cosmopolitismo de Alfonso Reyes y de Jorge Luis Borges. En una pequeña nota sobre Historia universal de la infamia, Jorge Gaitán Durán señala que ni las opiniones de la crítica francesa, que redujo a Borges a un estilo admirable, ni las que dieran las perspectivas americanistas, que lo descalificaron por “europeizante”, revelaban la complejidad de su obra. Gatián Durán afirma que en Historia universal de la infamia subyace la intención de evidenciar la artificialidad de los mitos de Occidente y las complejas particularidades de los fenómenos porteños. Como Buenos Aires se movía en el ritmo del mundo moderno, Borges no debía, en opinión de Gaitán Durán, demostrar su autenticidad como porteño, pues él sencillamente expresaba una condición en un lugar dentro de este mundo, y esto ya lo hacía universal. El entusiasmo con el que se alaba a Borges y se resalta la universalidad de su obra, contrasta con los reproches que Hernando Valencia Goelkel expresa a Ortega y Gasset en una nota que salió con motivo de la muerte del filósofo. Este crítico no manifiesta ninguna admiración por la labor cultural orteguiana; al contrario, sostiene que propiciar que “las gentes de habla castellana vieran la ocasión y la inminencia de incorporarse a un sitio de avanzada en la cultura mundial”, no fue más que una farsa: “nos hizo vivir una falsa primavera, un espurio amanecer, sin que nadie se diera cuenta, tal vez ni él mismo, de que en la propia entraña de su obra la atmósfera imperante era crepuscular”. Hoy podemos leer esta crítica en diálogo con ideas antiimperialistas que comenzaron a transitar en esos años cincuenta, y de las que participaron varios sectores de intelectuales latinoamericanos. La apuesta de Mito no significó una ruptura o un cuestionamiento profundo al eurocentrismo o al colonialismo cultural, no obstante, como afirma Carlos Rivas Polo en uno de los trabajos más recientes sobre esta publicación, sí se manifiesta la inquietud por impulsar una política cosmopolita que no fuera unidireccional. Se procuró publicar autores que, como Borges o García Márquez, apuntaron a Contractile ring dar forma a una expresión auténtica en diálogo con la idea de que la literatura era universal, en tanto sólo diera cuenta de la indagación personal y se diera en diálogo con valores que fueran más allá de los avatares locales. Tanto Ciclón como Mito eran propuestas culturales que, más que proclamar verdades, coincidieron en la intención de formular preguntas y cuestionar criterios de gusto y de valor. Sus cosmopolitismos se beneficiaron de relaciones de intelectuales latinoamericanos, y sus puentes de comunicación con distintas partes del mundo. En los dos proyectos se intentaron ampliar los marcos de políticas de intercambio internacional precedentes, dislocando los centros de actualidad de la producción intelectual.
    En resumen La lectura de un número aniversario de Sur, el 192, 193, 194 (octubre-noviembre-diciembre de 1950), invita a concluir que el éxito de su universalismo era medido, al menos por su directora, con el criterio del número de figuras canónicas del pensamiento occidental que se lograron llevar a Argentina y distribuir por todo el mundo de habla hispana. Por rumbos cercanos estaban los parámetros de José Lezama Lima en los años de Orígenes, quien en declaraciones, como la nota conmemorativa citada arriba, deja traslucir que su propuesta cultural requería del prestigio y la aprobación de ciertos nombres. En Ciclón es patente el propósito de ampliar la idea misma de universalidad, y por medio de un cosmopolitismo irreverente buscar extender el panorama de lecturas propuesto por sus antecesoras; algo similar encontramos en la revista Mito. En estos casos, vemos que la voluntad importadora se amplía, la apuesta cosmopolita, al contrario del universalismo antecesor, no se limita a atraer en una dirección, sino que se pone un mayor énfasis en la necesidad de diversificar estéticas y temáticas. Es una voluntad que, además, comenzaba a percibir que era necesario pensar el acto de decir con sentido, o lo que en palabras del primer editorial de Mito se enuncia como la necesidad de que las palabras fueran “honestas con el medio donde vegetan penosamente”. Esto tenía que ver con salir de las ciudades letradas, con pensar la letra en función de una vida más diversa y un público más amplio que el de los sectores que, tradicionalmente, se asumían depositarios de ciertos valores espirituales universales (en el sentido hegeliano). Esto lo explicita, por ejemplo, un artículo de José Luis Romero que apareció en Ciclón, donde aconseja a sus colegas tomarse en serio los procesos de masificación y no despreciar otras capas sociales, por creerse ellos mismos los únicos portadores de valores humanos.